domingo, 28 de agosto de 2011

Alfa y Omega de la sostenibilidad urbana




Si queremos ciudades sostenibles, tenemos que esforzarnos en mejorar la calidad de vida en las periferias urbanas de nuestras ciudades, que se están convirtiendo en los lugares donde viven la mayoría de los ciudadanos. 
En los últimos años, la tendencia y la preocupación de muchos agentes políticos, económicos y sociales ha sido promocionar los centros históricos y las zonas de negocios y administrativas. Sin embargo, hemos de pensar que estos son lugares que la gente visita, para trabajar, realizar gestiones o por ocio y turismo, pero no necesariamente son lugares en los que quiera vivir.
Hace cincuenta años Jane Jacobs publicó  La muerte y la vida de las grandes ciudades de América, probablemente el libro más influyente en la historia de la planificación urbana.
Jane Jacobs, columnista y crítica de arquitectura, afirmaba que la diversidad y la vitalidad de las ciudades estaban siendo destruidas por algunos arquitectos y urbanistas muy influyentes.
El libro, de gran popularidad, que trascendió el ámbito profesional,  es una fuerte crítica de las políticas de renovación urbanística de los años cincuenta, que destruían comunidades y creaban espacios urbanos aislados y antinaturales. Jacobs defiende la abolición de los reglamentos de ordenación territorial y el restablecimiento de mercados libres de suelo, lo que daría como resultado barrios densos y de uso mixto. Se opuso a la renovación urbana  a costa del desplazamiento de comunidades y la destrucción de la vida en los barrios, a la expansión de las autopistas, aparcamientos y centros comerciales. Riguroso, lúcido y sarcástico, el libro es un programa para la gestión humanista de las ciudades. Sensato, documentado, ameno e indispensable.
Se atribuye a Jacobs una resistencia y activismo que ha salvado sectores interiores de  muchas ciudades, ayudando a mantener el carácter humano de las grandes urbes, e inspiradora de una generación de diseñadores y planificadores urbanos.

Jane Jacobs siguió manteniendo su vitalidad y espíritu crítico hasta su muerte, en 2006.






Evidentemente, el mensaje de Jacobs no caló en España y menos en Canarias. Las obras de reforma del centro urbano de Santa Cruz, la desaparición de los barrios de Los Llanos, El Cabo y la larga y dolorosa agonía de El Toscal, ha acelerado la construcción de grandes bloques y la aparición de una ciudad dominada por el automóvil, los aparcamientos y los centros comerciales. Santa Cruz es hoy una ciudad vacía de contenido (y luego se extrañan de que no tenga turismo).

Estos proyectos de mega ciudad (algunos de ellos impulsados mediante concursos internacionales y por la inversión pública, para lograr el desarrollo residencial, donde se han construido bloques de apartamentos de gran altura, zonas de vivienda de alta densidad, y grandiosos proyectos públicos), han socavado la esencia del centro de la ciudad tradicional.

La realidad es que la mayor parte de nuestra población vive en las periferias, pero eso no parece ser valorado por las personas que planifican las ciudades hoy en día. Nuestras zonas periféricas están creciendo cada vez más, y ahí es donde tenemos que promover la capacidad de las personas a vivir una vida plena. Hay que promover la vida en la calle y estar conscientes de las amenazas planteadas por los nuevos conceptos urbanos.


Ciudadela de El Toscal, uno de los escasos lugares de nuestra capital donde se conserva esta tipología de vivienda obrera de principios del Siglo XX.
En Canarias tenemos dos tipos de periferias: por un lado, las tradicionales, constituidas por cinturones de barrios creados para solucionar las grandes carencias de vivienda desde os años cincuenta: San Pío, Juan XXIII, Las Delicias, Chimisay, Las Chumberas, Añaza ; por otro lado, las modernas promociones de adosados, pareados y otras fórmulas, que se reparten por toda la periferia, sin distinción.

Moraditas de Taco, típico barrio de autoconstrucción.



Unas y otras zonas residenciales se han visto beneficiadas del establecimiento cercano de centros comerciales. Esto, curiosamente, junto a la disposición de vías rápidas, han elevado cada vez más sus tasas de crecimiento.
La periferia de la zona metropolitana ha crecido tanto, que se ha extendido a municipios que tradicionalmente no consideramos dentro de esta zona, como Candelaria (la expansión urbana de este municipio en los últimos años ha sido meteórica) o Tacoronte y El Sauzal.

Promoción de adosados, exponente de la burbuja inmobiliaria en España y del crecimiento difuso de la urbanización.


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