viernes, 14 de enero de 2011

La Dorsal de Abeque (Tenerife)




La dorsal volcánica de Abeque está formada por edificios volcánicos y pequeñas hoyas, que se superponen en un territorio provisto de rasgos evidentes de naturalidad y de escasa actuación humana en el paisaje, aunque existen un amplio número de pistas forestales, que parten desde la carretera de Chío a Boca Tauce (TF 38).
Los paisajes de coladas recientes y picón son muy vulnerables, no sólo debido a la inestabilidad evidente de los edificios volcánicos constituidos por piroclastos, sino también por las numerosas cuencas visuales existentes. Las masas de pinar actual, repoblado a partir de finales de los años cincuenta, no han sido objeto de labores silvoculturales que ha derivado en una evolución marcada por las dinámicas naturales.
Estos edificios volcánicos, de las Series III y IV, de diversas morfologías, desde conos típicamente efusivos (como Montaña Cascajo o Boca Cangrejo), hasta plenamente explosivos (como Los Poleos o Montaña Chica de Las Cuevitas) que generaron extensos campos de lapilli y coladas lávicas de diversa naturaleza, tanto “aa” como “pahoe hoe”, en los que medra un pinar canario bien establecido, conforman un paisaje armónico de mogotes, valles, y pasajes donde la presencia del pino no logra enmascarar el sustrato geológico, puesto que en estas facies óptimas, los ejemplares se establecen bastante separados unos de otros.
Los colores dominantes del sustrato son los negros de las escorias y los ocres de las zonas más evolucionadas (oxidaciones) y de la pinocha. Las pendientes de estos sectores son suaves, por lo que destacan aún más los edificios volcánicos construidos durante los procesos eruptivos tan frecuentes aquí, destacando el Chinyero, Samara, Cascajo, Montaña del Estrecho y Boca Cangrejo.


La porosidad de los materiales y su relativa juventud no ha permitido aun la existencia de procesos que labren una red hidrográfica destacable.En algunos de estos llanos, debido a procesos de cerramientos generados por frentes de colada o por el surgimiento de los edificios volcánicos, se forman sectores endorreicos al carecer las aguas de escorrentía de exutorios destacables. El pinar canario seminatural es prácticamente hegemónico en todo el espacio, aunque son los procesos geomorfológicos los que dominan la dinámica general del paisaje, destacando las formas constructivas, todavía frescas y sin relieves erosionados importantes. Los procesos de escorrentía controlada, que han acumulados finos y materiales arenosos en ciertos sectores, han contribuido aún más a atenuar los desniveles. En estas zonas más propicias se han establecido algunos elementos más hidrófilos, como helechos o escrofularias. Estos malpaíses y campos de piroclastos han sido colonizados, no sin esfuerzo, por diversas comunidades de vegetación rupícolas y primocolonizadoras: poleo de monte (Bystropogon origanifolius), liquenes (Stereocaulon vesuvianum), y otras especies que provienen de las formaciones de vegetación potencial colindante, es decir las vinagreras, malpicas, codesos, corazoncillos, escobones o tajinastes. Son interesantes los usos ganaderos, cinegéticos y apícolas que han tenido estos campos de volcanes.

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