jueves, 20 de enero de 2011

Cumbres de Güímar.




En estas zonas altas del Valle de Las Higueras, encontramos, en un principio, depósitos piroclásticos y coladas desprovistas de vegetación, si exceptuamos algunos ejemplares dispersos de alelí, retamas, codesos, tomillos y cabezones, que poseen un evidente interés geomorfológico, de paisaje y de recarga del acuífero.

Son lomos de gran pendiente y, debido a las condiciones físicas y a la naturaleza de los materiales, tienen una gran inestabilidad. La inexistencia de infraestructuras (sólo la pista forestal, y algunas edificaciones de piedra abandonadas), conduce a que el estado de conservación de estos espacios sea razonablemente bueno.


El clima está dominado por temperaturas bajas, escasas precipitaciones, muchas de ellas en forma de nieve, vientos constantes, en ocasiones muy fuertes y con una componente, debido a la altura, mayoritariamente noroeste (alisios superiores). La humedad relativa es baja la mayor parte del año y la insolación es muy alta, así como los indices de radiación solar. La nubosidad no es frecuente, y , casi siempre en forma de nubes medias y altas.

La alta naturalidad y singularidad de los elementos del paisaje, una presencia importante de formaciones vegetales y flora con gran tasa de endemicidad, y la práctica inexistencia de presencia humana continuada, conducen a que las dinámicas muestren un elevado grado de naturalidad y de calidad ambiental.

Pronto nos adentramos en los pinares, en el pasado considerados como Monte Público y en la actualidad, como Parque Natural, lo que ha llevado a un proceso histórico de varios años de conservación de los valores naturales ejemplificado en la conservación de las masas forestales. El sotobosque de este pinar es rico en escobones y jaras, que, sobre todo en los pequeños barrancos, conforman matorrales densos e intrincados. Acompañando a estas dos especies aparecen los jaguarzos, y excepcionalmente, en aquellos lugares afectados por el mar de nubes local, hayas, brezos y algunos madroños.

Esto conduce al mantenimiento de sistemas importantes, como la recarga del acuífero, el control de la erosión y degradación de los suelos, o la mejora en la calidad del aire.


Los principales retos ambientales se refieren al control de los incendios forestales, la gestión adecuada del uso público en todas sus vertientes (deportivo, recreativo, divulgativo, educativo, científico), la optimización de los aprovechamientos tradicionales, como la broza, el cisco o la pinocha, y la adecuada gestión de los recursos hídricos y de los paisajes generados por la actividad agraria, sobre todo en los sectores que se encuentras en los bordes de extensas zonas agrarias, como Los Pelados, La Dehesas o Las Vistas, dedicadas casi en exclusiva al cultivo de viña, en su mayoría de variedades blancas, que son en la actualidad productoras de una uva de alta calidad con la que se hacen los famosos vinos blancos de Los Pelados.


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