sábado, 18 de septiembre de 2010

Técnicos de la caja del agua


En mi pueblo se dice de aquellas personas que presumen mucho de asuntos que no conocen, pero que gritan más que nadie, que son técnicos de la caja del agua.
La caja del agua es un estanque realizado en mampostería a la que le entra agua por un conducto superior y le sale agua por otro conducto, ligeramente inferior, lo que ayuda a la decantación de sólidos.
El mecanismo es muy sencillo, por lo que un técnico que se encargue de su mantenimiento, no debe ser una persona muy leída, aunque parezca que su función es muy importante y compleja.

En los últimos tiempos asistimos a una gran inflación de equipos de asesores. No hay organización, administración o club de fútbol que no cuente con equipos de asesores. Me recuerda a los últimos días del General Franco, que los partes médicos los firmaba "El equipo médico habitual", pero sin nombrar a nadie, no fuera que alguien les echara la culpa de las enfermedades que aquejaban al dictador.
Es muy importante tener en cuenta de que estamos en un período preelectoral. Los españoles han dejado claro en las encuestas de que no confían en la clase política, por lo que urge un lavado de cara, ya que en esta nación llamada España, no afrontamos reformas en profundidad, sino nos pasamos la vida tapando con la manta las llagas de la burra.
Teniendo en cuenta de que una gran parte de los rostros de los carteles sólo destacan por su arrogancia y nulo saber estar, se rodean de "asesores".
El mercado está lleno de este género, porque si algo abunda en este solar patrio son los expertos en trapicheos, vendedores de humo, tratantes, trotaconventos, celestinas, correveidiles, lavanderos de trapos sucios, ventajistas, truhanes y trileros (desde la picaresca del Siglo de Oro, ojo).
Estimo que la superpoblación de "asesores" a la estamos asistiendo obedece más al perfil de técnico de la caja del agua, que la de asesores de verdad, debido sobre todo a que hay mucha gente en el paro y como decia El Cordobés: "Más cornás da el hambre".

Un asesor de verdad no nace por casualidad. Son personas que han destacado en diferentes campos, como la docencia, la empresa, formación, cultura, medio ambiente, psicología, sociología, economía, derecho, las estructuras orgánicas de partidos y sindicatos (incluso sus aparatos políticos en sus niveles superiores), instituciones públicas (universidad, ayuntamientos, cabildos, gobierno autonómico y central), el marketing y las relaciones públicas.
Son personas que en su juventud ocuparon cargos electos, en los colegios, institutos o las facultades donde estudiaron, personas que conocen el mundo asociativo al dedillo y destacan en su mundo profesional, que han militado en multitud de asociaciones y grupos, que pertenecen o han pertenecido a estructuras políticas y sociales y son reconocidos por sus iguales, e incluso por sus rivales.
El problema, es que un asesor, cuando está maduro para trabajar, no ofrece sus servicios de balde. Gratis, que trabajen los romanos, que para eso tienen el pecho de lata.
En fin: la política nunca ha dado nada a los ciudadanos, que ellos mismos no hayan peleado hasta la última gota de sudor.
Votamos para mantener un sistema teoricamente democrático, pero lo que en realidad hacemos es elegir a un dictador por un mínimo de cuatro años.
Hemos olvidado la verdadera esencia de la democracia y hemos creado un partitocracia llena de oportunistas.

Disfrutamos de un régimen político que no imita las leyes de los vecinos; [...]. En cuanto al nombre, puesto que la administración se ejerce en favor de la mayoría, y no de unos pocos, a este régimen se lo ha llamado democracia; respecto a las leyes, todos gozan de iguales derechos en la defensa de sus intereses particulares; en lo relativo a los honores, cualquiera que se distinga en algún aspecto puede acceder a los cargos públicos, pues se lo elige más por sus méritos que por su categoría social; y tampoco al que es pobre, por su parte, su oscura posición le impide prestar sus servicios a la patria, si es que tiene la posibilidad de hacerlo.
Discurso fúnebre de Pericles (Citado por Tucídides, La guerra del Peloponeso, Libro II).









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