miércoles, 12 de mayo de 2010

Cañadas y trashumancia.



La ganadería trashumante es una actividad practicada por la humanidad desde que abandonó el nomadismo y se asentó en un espacio concreto. Consiste en llevar a los ganados, dependiendo de la estación del año, hasta las zonas donde existen pastos, huyendo de la sequía y de las heladas.
En la Península Ibérica este tránsito depende de características geográficas de todo tipo: cordilleras, mesetas, llanuras, ríos…y del clima mediterráneo, el único del mundo donde hay una ausencia total de lluvias en verano, por lo que se agostan los pastos. En la mitad norte y las montañas, los inviernos nevados impiden el aprovechamiento de la hierba por el ganado.

Las vías pecuarias, desde las cañadas, hasta los cordeles y veredas, conforman una densa maraña que ocupa toda la península, excepto Galicia, las provincias cantábricas y las provincias costeras catalanas, afectando en especial a Castilla, León y La Mancha.
Estos caminos están cubiertos de un césped de hierbas bastante cerrado, que tiene una evidente importancia en la conservación del medio natural: ayuda a mantener el hábitat de avifauna y otras especies animales, como pequeños mamíferos; son reductos de diversidad biológica en un “mar” de campos cultivados y paisajes urbanizados; sirven de “corredores naturales” entre ecosistemas rodeados de zonas humanizadas; crean rugosidades y discontinuidad en la homogeneidad imperante.




Del mismo modo, contribuyen a conservar las dehesas (un importante patrimonio histórico del paisaje ibérico y mediterráneo que no debería perderse) y los pastizales de montaña, que son agroecosistemas que forman parte de la identidad paisajística y cultural española, y que se ven seriamente afectados por el abandono de las prácticas de la ganadería trashumante: la dehesa, sin los ganados de “ida y vuelta” y con los procesos de estabulación, se va degradando hacia un herbazal nitròfilo de escaso interés para el ganado y la permanencia de animales en el mismo sitio plantea la aparición de enfermedades parasitarias (por la mezcla excesiva de estiércol de los propios animales con las hierbas que son consumidas y por el hacinamiento de los mismos).

En los pastos de las montañas, la búsqueda de rendimientos propicia la ganadería vacuna semiestabulada, sin vaqueros, por lo que los rebaños pacen a su libre albedrío, y sólo aprovechan los pastos de las zonas bajas, las más cómodas, con el consiguiente deterioro y la infrautilización de los pastos de las laderas, que son más frescos y abundantes.

Las cualidades edáficas de las cañadas son óptimas, al poseer suelos no laboreados, que conservan todas las características de los suelos naturales, con abundancia de vida microscópica beneficiosa y en los abrevaderos que se encuentran de tramo en tramo para que beba el ganado, se concentra vida salvaje, como invertebrados, peces, anfibios o aves, fundamentales en el ecosistema.

 

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