viernes, 13 de noviembre de 2009

Stagecoach















Hay películas que deberíamos ver por lo menos una vez al año, como Con faldas y a loco, Cautivos del mal, o La Diligencia.

Coincidiendo con el 70 aniversario de su estreno y por casualidad (la vi tras visionar La Noche americana de Truffaut), he vuelto a disfrutar de esta obra de arte fordiana, con personajes atormentados, pero de una sola pieza, con grandes dilemas, con dudas y crisis de identidad, equivocados algunos, otros representantes de un mundo que había sucumbido, pero todos huyendo de sus propias vidas, hacia delante, para cumplir con sus diferentes destinos, que, por unos momentos confluyen en el cubículo de una polvorienta diligencia.

Claustrofóbica a veces, no tanto como Náufragos, la Semilla del Diablo o El Ángel Exterminador, es una película que siempre transmite un mensaje optimista sobre las posibilidades de redención de las personas y que sienta las bases de un género que, hasta ella, se había perdido entre algunas obras maestras del cine mudo, pero que acumulaba demasiados títulos de consumo y de serie "B ", como los rodados por Lone Star o American Pictures.
Tras esta película se rodarían Fort Apache, La Legión Invencible, y más títulos indispensables.

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