miércoles, 22 de julio de 2009

Los Miserables II



¿Que pasará si los parados siguen engrosando las ya escandalosamente altas listas de desempleo?
¿Hasta donde soportarán las economías familiares la disminución o ausencia de ingresos?.
La morosidad aumenta en el mismo plano que aumenta la tacañería de los bancos para conceder créditos.

Tenemos que pensar que España recibió ayudas al desarrollo hasta los primeros años ochenta desde organismos vinculados a la ONU, y que, desde la entrada en la Unión Europea, son millones de euros los que se inyectan en una maltrecha economía española.
Muchos de los países que hoy consideramos en vías de desarrollo, vivieron momentos con altas cotas de desarrollo, e incluso con clases medias pujantes, como Argentina, Venezuela, Chile, Uruguay, Siria, Líbano, Turquía, Irán o Irak. Todas estas naciones tuvieron un período de entreguerras y postguerra, hasta los años sesenta de un marcado desarrollo económico y social, salvando las distancias, puesto que amplías capas de la población se encontraban excluidas. Sin embargo, hoy, la situación económica se ha dado la vuelta. La maltrecha, destruida y arruinada Europa de la postguerra, con un España que aún sufría su particular Vía Crucis tras nuestra fratricida contienda, con Portugal saliendo poco a poco del Siglo XIX y con un telón de acero que condicionó fuertemente el paisaje actual europeo, arrancó gracias al Plan Marshall americano, y luego ya no se detuvo.

Los europeos encontramos un camino al desarrollo basado en la cooperación, primero económica, después política.
Nuestra Unión Europea es un experimento de colaboración entre naciones, (que, no debemos olvidar, llevamos milenios enfrentadas unas con otras), que ha funcionado relativamente bien.

En la actualidad es difícil saber si los americanos nos ayudan a los europeos o somos nosotros los que les salvamos de su peculiar forma de entender la economía financiera, aunque tenemos que decir que, de esos bichos malos, también hay pululando por nuestros mercados de valores. Si nos dejamos llevar por nuestros dirigentes españoles, parece que jamás hemos dejado de vivir en los años cincuenta, tanto Aznar manifestando pleitesía hacia Bush, y apoyándolo en guerras ilegales, o Zapatero, rezando a sus dioses laicos para poder entrevistarse y salir en una foto con Obama.

En otras partes del mundo, llevar a cabo estrategias de desarrollo conjunto internacional que permita a un grupo más o menos coherente de países enfrentarse a la crisis., son planteamientos utópicos. Me recuerdan a los municipios canarios, que se resisten con uñas y dientes a mancomunar servicios o gestión de recursos. Y en ambos casos es por una cuestión similar: lo consideran una pérdida de "soberanía nacional".

Mientras sigamos pensando con esas anteojeras llamadas soberanía, particularidades, valores patrios y otras zarandajas, nos va a costar mucho salir de las crisis.

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