martes, 21 de julio de 2009

El rompecabezas chino



Como ya se planteaba hace casi un año, cuando escribí el segundo post de este blog, parece ser que China reúne bastantes posibilidades de capear el temporal económico y financiero que tiene a nuestras economías desarboladas, con el velamen rasgado y muchas de ellas al pairo (como la española), esperando que escampe el viento para volver a navegar, desgraciadamente, con el mismo rumbo que antaño.

Sin embargo, este optimismo y confianza de los liberales editorialistas de El País en una economía fuertemente centralizada, opaca y, a veces, pirata, me causa estupor.
Partamos de la base que, muchas veces, la producción industrial china compite deslealmente con las producciones industriales occidentales, debido a su falta de controles de calidad, bajos salarios, subvenciones e intervencionismo estatal y precios bajo coste en los mercados mundiales.

A esto le unimos una creciente corrupción política y social, que aunque muy perseguida por el gobierno, con medidas draconianas, no ha hecho sino aumentar, cuyo ejemplo más mediático fue el caso de la leche contaminada con melamina, el otoño pasado.
China es una nación democráticamente deficiente, que ha demostrado en los últimos años que no tiene pensamientos de derivar hacia prácticas más acordes con los tiempos actuales. El asunto del Tíbet (sin apoyar un movimiento mesiánico que tampoco me parece un ejemplo de democracia y respeto a las personas), ha sido un claro ejemplo de la determinación china a no abrir puertas de diálogo con las otras comunidades que habitan su territorio nacional.

Los incidentes de Xingiang con los uigures, espoleados, hay que reconocerlo, por movimientos vinculados a Al-Qaeda refrendan esa idea de un estado autoritario, con una retórica comunista desfasada y falsa, pero que se ha aprovechado de la peor forma de capitalismo, explotando a unas masas obreras muy abundantes y necesitadas.
Este tigre, parafraseando a Mao, es en realidad un tigre de papel, porque debemos partir de la base que la población rural china vive a años luz de distancia de sus compatriotas urbanos, e incluso, entre estos hay desigualdades clamorosas. Es decir, han reproducido las mismas contradicciones del capitalismo que la Revolución de 1949 intentaba superar.

La brutal presión sobre los recursos naturales, con la construcción de megainfraestrucuras capaces de cambiar el curso y el régimen de ríos como el Yantsé Kiang (presa de las Tres Gargantas) o basar su desarrollo y consumo energético en la quema de combustibles fósiles baratos y altamente disponibles, como el carbón, no son parámetros a desdeñar en la actual situación de crisis ambiental.

Otro factor es el abandono progresivo de un campo todavía muy afectado por las equivocadas políticas de la época maoísta, donde los jóvenes prefieren emigrar a una pléyade de ciudades de pequeño y mediano tamaño (a escala china, claro está), que vivir en aldeas y pueblos que han posibilitado la producción continuada de alimentos durante siglos, en el país con mayor población del mundo. 
Como resultado, y también debido a causas naturales (otra vez la crisis ambiental), a principios de este año se registraba un descenso generalizado de la producción de alimentos interna, lo que lleva a esta nación a presionar sobre los mercados globales de alimentos, por lo que naciones más pobres verían con preocupación su incapacidad de obtener comida ante una demanda creciente y un aumento de los precios, tal y como sucedió en la primavera y el verano de 2008.

En resumen, yo no sería tan optimista con los resultados de las maniobras inversionistas del gobierno chino para mantener sus altas cifras de crecimiento. Y creo que ha llegado el momento de criticar en voz alta las medidas antidemocráticas que ejercen para conjurar a sus fantasmas internos del paro, hambre y movimientos sociales.

No hay comentarios: