miércoles, 15 de julio de 2009

Cabras y bomberos forestales.

Foto: Cabras pastando en Teno Alto (Dácil, Panoramio)


Gracias a la impagable labor de los compañeros del Foro contra la Incineración de Tenerife, me llegan bastantes noticias de tipo ambiental, la mayoría de ellas muy recomendables.
Una de estas, dirigida desde la revista digital Sostenible, publica una entrevista con Francesc Ventura, sobre el uso del ganado en la limpieza de malezas sobrantes de los bosques en Cataluña.
Hace años, en mi época agraria y rural, me vinculé apasionadamente a la ganadería de cabras. Tras tener a estos animales durante años en la finca familiar, al ponerse mayores mis abuelos, las cabras desparecieron de los goros, y durante algunos años los canteros quedaron libres de estos rumiantes.
Aunque utilizábamos métodos de abonado orgánico como realizar compost con restos de la cocina y vegetales (hierbas, restos de cosecha, pencas picadas),aprovechar la gallinaza, estiércol de palomas y de conejos, los suelos de la finca se fueron degradando debido los cultivos continuados y un bajo aporte de nutrientes poderosos.
Decidí entonces retomar la ganadería caprina y a una escala familiar me hice con estos animalitos. Recordaba lo que me decía mi abuelo: la mejor manera de limpiar un cantero baluto es meter un par de cabras, y así lo hice. En poco tiempo, los arbustos y hierbas duras (vinagreras, malpicas, escobones, hinojos, tederas) fueron podadas de modo natural, los bordes de las pistas y caminos quedaron impolutos y eso que estamos hablando de un par de ejemplares, aunque también la finca no excedía de los 1000 metros cuadrados. La voracidad de las cabras es tal que en poco tiempo tuvimos que diseñar nuevas estrategias para buscar el sustento diario, aprovechando los canteros vecinos abandonados y pidiendo permiso a sus propietarios.
Además, la necesidad de suministrar regularmente cama en forma de pinocha, nos generaba un estiércol de alta calidad, que,una vez maduro, suponía un abono excelente a la tierra, que mejoró sensiblemente su fertilidad.
Llevamos 22 años con los espacios naturales canarios declarados, y se han hecho otras dos reformas importantes de los mismos. Además la gestión de estos espacios está en manos de los Cabildos, y todos los veranos asistimos a las mismas lloreras: no hay dinero para contratar cuadrillas que limpien los cortafuegos y los bordes de pista, el pinocho y las ramas se acumulan aumenta la vulnerabilidad de los bosques frente a un incendio forestal... Muchos amigos de Arafo han intentado llevar a sus hijos por los viejos caminos que recorríamos en nuestra adolescencia y les ha sido imposible porque los senderos se encuentran impracticables por la vegetación y el mal estado de conservación.
Si de algo hemos sabido los canarios es de ganado caprino. Nos encanta el queso de cabra y hay mucha gente que tiene que comprar leche de cabra francesa en Tetra Brik, porque cada vez es más difícil encontrar leche fresca.
Pienso que muchos de los conflictos que se plantean en ciertos espacios naturales, sobre todo en zonas de borde con zonas agrarias se solucionarían si se llegasen a acuerdos de gestión entre las administraciones y los ganaderos.
Pienso que con buena coordinación y buena voluntad estos acuerdos serían fructíferos y no dañarían a nuestra biodiversidad.
No estoy hablando de soltar miles de cabras por nuestros montes y medianías perdidas, sino de una gestión muy medida y supervisada, tal y como plantea Ventura en el artículo antes referido.
Sin embargo, los gestores de nuestros espacios naturales tienen la misma mentalidad de aquellos que llegaron en los años cincuenta del pasado siglo y azuzaron a la Guardia Civil para que expulsara a los cabreros de Las Cañadas a golpe de machete.
Nos cuesta aprender y nos cuesta llegar a acuerdos hablando. Es más fácil el martillazo y sanseacabó. O a lo mejor interesa que se queme el monte de vez en cuando para adjudicar a los amiguetes las labores de "limpieza" y "restauración ambiental".



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