martes, 30 de junio de 2009

Orden y Caos



La humanidad se enfrenta, desde el comienzo de la fracción de tiempo que nos ha tocado vivir, a la pretensión de poseer la verdad absoluta sobre su mundo, de tener seguridad a lo largo de su ciclo vital. Para ello ha intentado descubrir y explicar el orden necesario que subyace tras las normas que rigen este universo.
Plantear, desde la geografía, el desorden de los territorios es plantear que no existe un orden en las cosas, sino el caos.
La naturaleza es caótica. En el principio de la homeostasis, la base principal de la Teoría Gaia, se entiende que la autorregulación es necesaria, porque nada permanece estable.La entropía se encarga de romper los equilibrios.

Imaginemos un bosque. Hoy sabemos que el sistema "bosque" es altamente complicado. Las interrelaciones que se establecen entre el suelo, el clima, la roca madre, la vegetación (de gran complejidad, con árboles, arbustos, hierbas, musgos, lianas), la fauna asociada, los saprófagos, los hongos...Los suelos han evolucionado debido a procesos que aceleran o frenan la edafogénesis, (muchos de ellos relacionados con hechos catastróficos y puntuales), debido a la presencia de materia orgánica que procede de la misma vegetación, que le confiere un aspecto de relativa estabilidad.

Sin embargo, cuando subimos al monte y lo vemos llenos de jaras, escobones, pinocha, piñas, y ramas nos transmite una sensación de desorden y decimos que "está sucio". Los montes de nuestros padres y abuelos estaban "limpios": no había ramas en el suelo, ni una piña, ni un escobón, el suelo desnudo de pinocha, nada de hierbas y las pocas que había, rozadas como un césped.

Este paisaje ordenado es un producto de un escenario social de miseria que obligó a la comunidad campesina canaria a aprovechar hasta el último recurso: pinocha y cisco como cama de ganado, ramas y piñas como combustible, escobones, jaras, codesos como forraje.

Hoy sabemos que estos sistemas forestales eran altamente vulnerables frente a problemas como la erosión del suelo o la pérdida de fertilidad.

El sistema natural es un sistema dinámico. Según la Teoría del Caos, existen hechos complicados, impredecibles,que no son lineales. El caos es aquí una manifestación de un orden excéntrico.

Hay ciertos sistemas naturales en los que pequeños cambios en las condiciones iniciales conducen a giros inesperados en los resultados. Es lo que conocemos en meteorología como efecto mariposa, porque la atmósfera no es un subsistema lineal.

Pero existen otros ejemplos de sistemas en los que una pequeña variación en las condiciones de partida nos llevan a que el sistema evolucione de manera totalmente distinta. Aparte de la ya nombrada atmósfera terrestre, podemos hablar del Sistema Solar, el movimiento de las placas tectónicas, los fluidos en régimen turbulento, (como coladas de lava o flujos piroclásticos, las aguas torrenciales), y los crecimientos de población.

Este nuevo paradigma de la ciencia (que creo, afecta bastante a las bases de la geografía) ha sido defendida por Edward Lorenz (meteorólogo), Benoit Mandelbrot (ingeniero de comunicaciones), Mitchell Feigenbaum (matemático), Albert Libchaber (físico), Arthur Winfree (biólogo), Arnold Mandell (psiquiatra).

Entiendo que los sistemas altamente ordenados traen consigo, no solo un coste natural, sino social. El ordenamiento territorial no es sino un artificio humano. Zonificar un espacio natural es un ejercicio de abstracción, que casi siempre se basa en criterios relacionados con las actividades humanas, o el impacto de las mismas en el medio.
A lo mejor ha llegado el momento de desordenar, de buscar, ese atractor, esa lógica territorial curvilínea, segmentada, calurosa en verano, fría en invierno.

¿Hay que posibilitar la coexistencia de elementos diversos? ¿Hay que permitir la simultaneidad espacial? ¿Hay que regular los continuos espaciales como lo que son, y no pintar rayas de trazo grueso para separar lo que debe estar unido?.

En la actualidad ya hay movimientos urbanos que plantean la desaparición de las villas residenciales ("suburbias"), nuestros tan adorados bloques de adosados de las afueras, la eliminación de la concentración de actividades comerciales en los centros comerciales, incluso el regreso de la pequeña industria y la artesanía a los cascos urbanos.
Barrios donde la gente vaya a comprar, a trabajar, a estudiar, a pasear. Terminar con la dictadura del vehículo privado a motor.

Ciencia ficción. Los Grandes Ordenadores del Territorio nos dirán que eso son tendencias revolucionarias y utópicas.

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