domingo, 14 de junio de 2009

Geografía: una proposición indecente.

Fuente: Jordan, Terry G. "Early Northeast Texas and the Evolution of Western Ranching."
Annals of the Association of American Geographers. (67)1, 1977. 66-87.


Hace unos días he tenido una interesante discusión acerca de las nuevas utilidades de la geografía. Se discutía acerca de la capacidad de nuestra ciencia para hacer propuestas, tal como lo hacen ingenieros y arquitectos, para solucionar problemas territoriales. Se decía que los geografos, hacemos lindos documentos de verbo florido, y "pintamos" mapas (yo he descubierto, con el tiempo, que entender un espacio y ser capaz de plasmarlo en un mapa es una herramienta eficaz, incluso fundamental, para después plantear su correcta articulación), pero que nos quedamos en eso, siendo incapaces de hacer propuestas. Es más, se decía que no habíamos sido capaces de desarrollar un método propositivo.
Yo pienso, y puedo estar equivocado, que hasta ahora, nuestras capacidades propositivas no han sido explotadas plenamente y de manera adecuada. Por un lado, durante mucho tiempo fuimos una especie de maestros enciclopédicos frustrados, y por otra, nuestros movimientos en el mundo del planeamiento, de la administración o de la ordenación, fueron tachados de tecnocráticos y se acuñó un término: Geógrafos del Sistema, cajón de sastre en el que se metió, desde aspirantes a eternos burócratas, o mercenarios del planeamiento, o talibanes de oscuras metas, hasta geógrafos sinceros y honestos que creían en lo que hacían y lo hacían todo lo bien que podían.
La ciencia geográfica posee un amplio potencial en los campos epistemológicos que le son propios, muchos de ellos inexplorados todavía hoy y desconocidos para otras disciplinas.
Estos conceptos, como espacio geográfico, lugar, territorio, región, están en constante evolución y se interrelacionan entre ellos, o aparecen y desaparecen del la ordenación territorial, o incluso del ordenamiento jurídico vigente.
En estos momentos en que se reclama el regreso del GOBIERNO, así, en mayúsculas (no la gobernanza, palabra acuñada por los defensores de las alianzas entre estado y capital, que nos han llevado a la ruina), es fundamental la visión y las propuestas de los que entendemos cómo se mueve la epidermis socioambiental del Planeta, pero también las causas, las corrientes de convección profundas, que generan el movimiento de esa epidermis.
Las dimensiones globales de la economía, rompen cada vez más el concepto de frontera. El mundo se singulariza, las sociedades y su forma de establecerse en el territorio de uniformizan pero las rugosidades, ambientales y sociales se manifiestan intentando mantener a toda costa elementos propios, incluso reivindicando particularismos folclóricos. También tenemos que decir algo en este campo. No son los los profesionales del diseño los que plantean soluciones sociales y es difícil entender los mecanismos espaciales que nos conducen a que, ante problemas similares, personas similares respondan de forma diferente, dependiendo del lugar en el que habitan. Ellos creen que el territorio es un mero soporte, sin entidad propia.
Es mentira que nuestra ciencia no haya sido nunca propositiva. Christaller, Dematteis, Hagerstrand, Gauthier son los responsables de buena parte de la explicación de fenómenos urbanos y regionales, y en sus estudios se han basado actuaciones que han tenido mayor o menor éxito, en buena parte del mundo. No quiero pecar de radical, pero recordemos las propuestas que Yves Lacoste hizo al gobierno de Vietnam del Norte durante la Guerra que los enfrentó a los Estados Unidos.
No hace falta decir que los geógrafos debemos plantear como parte de nuestros currículos el desarrollo de la capacidad de observación y de análisis-síntesis, para atender las necesidades que plantea la naturaleza y la sociedad, enfocada a la toma de decisiones. Los problemas socioespaciales son cada vez más críticos. La ciudad, cada vez más se está convirtiendo en un campo de batalla entre los sujetos de la sociedad capitalista en que vivimos ( no lo digo yo, sino un chico que empieza en esto y que se llama David Harvey.
Los geógrafos bien formados, que han desarrollado actitudes de trabajo interdisciplinar, que son sensibles a los cambios del medio, incluso, me atrevo a decir, que poseen intuición ambiental, entienden el territorio y la ciudad como nadie, por lo que prestar atención a los problemas que entran en nuestro objeto de análisis, asumiendo una postura propositiva, creativa, competitiva y corresponsable, frente a las circunstancias del entorno social, es otro de nuestros retos.
Llevamos años intentando dotar a nuestra ciencia de un carácter propositivo que no tuvimos en España, ya que, operativamente, nos quedábamos siempre en el análisis.
Podría ser que nuestras propuestas fueran demasiado radicales, puesto que hemos hecho un TAC al sistema, le hemos sacado la sangre al monstruo y la hemos analizado. Sabemos cuál es la enfermedad del sistema, y sabemos que un cáncer no se cura con parches de nicotina.
Si no hacemos propuestas es porque nos falta algo: creer en nuestra formación personal y en que el trabajo que hacemos es muy serio e importante.


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