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Vengo de familia de mujeres trabajadoras, que han tenido que batirse el cobre para sacar adelante sus familias. Bisabuela partera, molinera, carbonera, agricultora. Abuela cocinera, sirvienta, portera. Abuela agricultora, costurera. Ambas emigrantes, ambas sin hombres: la una viuda joven, con poco más de veinte años se queda sola en la llanura manchega con cuatro hijos pequeños; la otra "viuda en vida" porque su hombre emigró a Venezuela y allí estuvo 26 años. Una guardó luto eterno, la otra fidelidad inquebrantable.
El pecho es materno, la leche es materna, hay cosas que se maman, entre ellas la dignidad, el anhelo de superación, la integridad y la confianza.
Conmemoramos el 8 de marzo, y con él, reconocemos a las mujeres el respeto y la igualdad que se merecen. La situación de la mujer ha avanzado de forma muy significativa desde aquel 8 de marzo (no muy claro si fue el día de la Marcha de Nueva York de 1857, o el incendio provocado de la Cotton Textile Factory de 1908 donde los pirómanos pagados por los patrones terminaron con la vida de 129 mujeres, en huelga con sus hijos para reivindicar mejoras laborales, reducción de jornada, aumento de salario y fin del trabajo infantil) sin embargo, todavía quedan muchas cosas por hacer para que la igualdad sea completa entre hombres y mujeres.
Siempre he sentido un gran respeto por el trabajo, en especial el trabajo femenino, ya sea en casa o fuera de ella, pero hay un grupo de mujeres trabajadoras que siempre han despertado mis simpatías desde que conocí su historia: las mujeres que ocuparon el lugar de los hombres que habían ido a luchar a los frentes de guerra, en las fábricas, en las oficinas, en los campos., en el deporte. Quizá ese momento fuera el primer germen poderoso de la toma de conciencia por parte de las mujeres, de que no eran ciudadanas de segunda, de que podían ser protagonistas de su propia vida.Desde aquí mi homenaje a todas ellas.
(Gracias a Miguel Febles por esa joyita de Shorpy Photo Archive)
El pecho es materno, la leche es materna, hay cosas que se maman, entre ellas la dignidad, el anhelo de superación, la integridad y la confianza.
Conmemoramos el 8 de marzo, y con él, reconocemos a las mujeres el respeto y la igualdad que se merecen. La situación de la mujer ha avanzado de forma muy significativa desde aquel 8 de marzo (no muy claro si fue el día de la Marcha de Nueva York de 1857, o el incendio provocado de la Cotton Textile Factory de 1908 donde los pirómanos pagados por los patrones terminaron con la vida de 129 mujeres, en huelga con sus hijos para reivindicar mejoras laborales, reducción de jornada, aumento de salario y fin del trabajo infantil) sin embargo, todavía quedan muchas cosas por hacer para que la igualdad sea completa entre hombres y mujeres.
Siempre he sentido un gran respeto por el trabajo, en especial el trabajo femenino, ya sea en casa o fuera de ella, pero hay un grupo de mujeres trabajadoras que siempre han despertado mis simpatías desde que conocí su historia: las mujeres que ocuparon el lugar de los hombres que habían ido a luchar a los frentes de guerra, en las fábricas, en las oficinas, en los campos., en el deporte. Quizá ese momento fuera el primer germen poderoso de la toma de conciencia por parte de las mujeres, de que no eran ciudadanas de segunda, de que podían ser protagonistas de su propia vida.Desde aquí mi homenaje a todas ellas.
(Gracias a Miguel Febles por esa joyita de Shorpy Photo Archive)
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