miércoles, 25 de febrero de 2009

El entorno de la Montaña de Beñamo en El Escobonal (Agache)


La mayor parte del espacio está dominado por la presencia de tobas y depósitos pumíticos, que permanecen aquí con una potencia y extensión territorial que son claramente representativos de la importancia que tienen en todo el sur de la isla.
El espacio circundante de la Montaña se puede dividir para su análisis en dos grandes sectores, desde el punto de vista geomorfológico y geológico: el sector noreste, en el que las pumitas son hegemónicas y el sector suroeste, de un tamaño mucho menor, constituido por la cercanía del Barranco de Herques, y los sectores aledaños, así como el Barranco de La Bóveda.

Los escasos, pero fundamentales, basaltos.
Se localizan en el sector más occidental de la Montaña, entre las laderas que descienden hacia el escarpe del Barranco de Herques
Forman parte de la estructura del Barranco de Herques, y están compuestos por diferentes coladas de basalto de la Serie II, muy antiguas, que en algunos lugares se intercalan con pumitas de espesor débil, muy alteradas, de aspecto terroso, seguramente restos de tobas de mayor espesor y tamaño pero que han sido fuertemente erosionadas.

La potencia de las pumitas es apreciable en esta trinchera excavada.

Estas coladas, de naturaleza básica, que se extienden por todo el sector del margen del Barranco de Herques, provienen de centros de emisión que se encontraban localizados en la zona de contacto entre el escarpe de las Cañadas y la Montaña de Izaña, pero que en la actualidad no son apreciables por haber sido desmantelados por procesos erosivos o sepultados por erupciones posteriores.
Las cumbres de El Escobonal, Fasnia y Arico han registrado una gran actividad volcánica, conservándose algunos conos de cinder, como la Montaña de las Vacas, de La Carnicería, Arguazo, etc. Algunos de ellos están compuestos por piroclastos rubefactados, y con procesos de formación de finos muy avanzados. Estas coladas buzan en sentido de la pendiente topográfica, que aquí comienza a escenificar una moderación creciente hacia la costa.
Algunas coladas de menor potencia (no más de un metro), se colocan sobre depósitos de pumitas de gran antigüedad y también muy alterados. Estas coladas rubefactaron los depósitos inferiores, y las pumitas, que están otra vez presentes, porque los procesos erosivos las han exhumado, están fuertemente alteradas, presentando colores rojizos y en algunos depósitos son difícilmente apreciables los fragmentos de pómez, mostrando un aspecto terroso y disgregado.

Visión general hacia el Este desde la Cumbre de la Montaña de Beñamo.



La superficie de estos sectores basálticos está profundamente transformada, por lo que es normal encontrar cantos fracturados, desprendidos y sueltos, de diferente tamaño, entre los que hay diferentes acumulaciones de finos, tanto de origen basáltico como pumítico. Estos últimos han sido transportados por los procesos de arroyada y depositados por procesos de sedimentación de diferente intensidad y espaciados en el tiempo. En otros sectores, precisamente estos mismos fenómenos pluviales y fluviales, debido a la gran pendiente del terreno, han lavado por completo la superficie de los basaltos, que exponen, por consiguiente, superficies lisas y limpias.
En el barranquillo de La Bóveda que actúa de zona de contacto entre los sectores pumíticos y esta zona eminentemente basáltica, los procesos de acumulación son más importantes que los de erosión y transporte, presentando un perfil transversal en V, y el longitudinal de escasa pendiente, escalonado y recubierto de una vegetación variada, íntimamente ligada a las formaciones vegetales cercanas, pero donde encuentran su hábitat las especies con mayores apetencias de sustrato arenoso, humedad y menor insolación.

Visión hacia el Oeste desde la cumbre. Se aprecia el Barranquillo de los Corrales, que rodea la montaña.

El perfil escalonado, más que a procesos naturales, está ligado a una serie de obras de origen humano. Todo el cauce del mismo está regulado por nateros de gran antigüedad. Tras estos nateros se producen acumulaciones de sedimentos en los que se dispone una vegetación más rica que impide el libre tránsito del agua y favorece procesos de infiltración y sedimentación.
A pesar de la presencia de estos nateros, este sector es el que ha sufrido una intervención humana de menor intensidad, por lo que es reconocible el soporte morfoestructural, y en el que dominan los procesos morfodinámicos de origen natural.
Esta superficie, alterada y disgregada es propicia para el asentamiento de un ralo matorral y herbáceas en las que predominan las especies fisurícolas.

Montaña de Beñamo desde el Camino Real.

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